Otro día más, iba vagabundeando por la ciudad, en busca de Bella. Cada vez que huelo un perfume, que se parezca un poco al suyo, voy corriendo en esa dirección. El viento transporta olores muy agradables, como el suyo.
Después de estar recorriendo las calles, la olí. El olor venía de una casa antigua, bastante bien cuidada. Me acerqué a ella y, sin ser consciente de ello, empecé a ladrar y a dar golpes con la pata a la puerta. Hasta que de pronto, se abrió.
Ahí estaba. Su olor. Su pelo. Era ella. Pero estaba sentada en una silla de ruedas. Me daba igual, solo quería estar con ella. De repente, empezó a llorar, y yo con ella. Me cogió en sus brazos y me agarró muy fuerte. Esta vez no estaba dispuesto a dejarla ir, y me daba la impresión de que ella tampoco. Cerró la puerta y nos fuimos a su salón. Era precioso. La televisión estaba encendida y me fui corriendo a verla. Estaba viendo una película. Se acercó a mí y me dijo:
- ¿Te gusta? Se llama 101 dálmatas. Ahora la vas a poder ver conmigo siempre. ¿Quieres quedarte conmigo?
Gire la cabeza para poder verla bien y lo único que hice fue dar un ladrido de afirmación.
En ese instante me volvió a coger en sus brazos y me posó sobre sus piernas. Y no me dejó irme nunca más.
En la foto, el hermano de Zipi: Zape.
FOTOGRAFÍAS: Os Palleiros