Yo vivía feliz, y aún a día de hoy lo soy. Bella no me ha abandonado nunca. Se casó con su novio Pedro, que también me quiere mucho. Ahora tienen una niña pequeña llamada Alicia. Aunque tiene dos años, es un cielo. Hace poco aprendió a andar, así que, a veces, se apoya en mí para poder ponerse de pie, pero ya estoy acostumbrado...
Hace tres años, cuando Bella aún iba en silla de ruedas, estábamos caminando por la acera , al lado de la playa, y yo, sin darme cuenta, tiraba demasiado y ella no podía agarrarme. Un día se puso a llorar y, sin yo poder evitarlo, se levantó. Se agarró a una barandilla que había a su lado, pero el resto de su cuerpo pesaba demasiado y se derrumbó en el suelo.
Un policía se acercó a auxiliarla, pero ella le ignoró e intentó volver a levantarse. Daba pequeños pasos agarrada de la barandilla, pero no podía andar del todo. El policía se ofreció a llevarla a su casa y, un año después, Bella se casó con él y ya puede andar.
Pedro es una de las mejores personas que he conocido: se preocupa muchísimo por Bella y Alicia. Y a mí también me mima un montón, aunque a veces me tenga que reñir por algo que haya hecho mal.
Nunca pensé que podría conocer a unas personas tan buenas. En un momento de mi vida, llegué a odiar a los humanos. Pensaba que no sabía por qué tienen sentimientos, si total no sienten nada. Pero me equivocaba. Como en todo el reino animal, hay seres buenos y otros no tanto. Ahora creo que el destino de uno se puede cambiar. Y el mío, aún acaba de empezar.
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