viernes, 31 de diciembre de 2010

Cinco minutos más

Sólo déjame un poquito más, con cinco minutos me bastan, sólo para afirmarme en que este año fue más importante que los demás. Aunque, para que nos vamos a mentir, el año que viene te pediré lo mismo, ya que será igual o mejor.


Si, me ha gustado el 2010. Me da un poco de pena dejarlo, ya que dentro de a penas once horas, sólo quedará su recuerdo. Pero aún así sigue siendo bonito ver entrar algo nuevo, algo en lo que podamos confiar y decir: "Este año si". Y, aunque no cumplamos todo lo prometido, siempre tendremos la esperanza de que, para el año siguiente, hagamos todo lo que nunca hicimos. Y así año tras año.


Me ha gustado el 2010. Me ha gustado mucho. Y, a donde quiera que vaya a parar, le daré las gracias por todo. A lo mejor algún día de estos podremos viajar al pasado y así poder vivir lo ocurrido. Pero no es una despedida triste, si no, no seguiría en mi línea. 


Me gusta que se acabe un año, y me gusta que empiece otro nuevo.

miércoles, 22 de diciembre de 2010

Feliz Navidad


Ya era tarde, las doce de la noche del veinticuatro de diciembre, para ser exactos. Acababa de empezar la Navidad. Pero no para el viejo Enrique. La guerra le había dejado solo, sin familia. Ellos estaban en un mal sitio, en el momento equivocado, cuando el ejército de Franco lanzó una bomba.
Y allí, en su sillón, en 1960, Enrique, con 79 inviernos encima y con una copa de anís en la mano, se debatía entre si irse a la cama o quedarse un poco más, con la esperanza de que este año se pudiera ir con su familia. Pero, al pasar unos minutos, el anciano posó la copa de anís aun medio vacía en la mesa, se levanto de su sofá y se fue caminando por el largo pasillo hacia su ancha cama. Besó el lado de la cama donde hace menos de treinta años estuvo acostada su mujer, encendió la radio y la puso debajo de su almohada. 
En la radio estaban felicitando las fiestas a la gente. Todo era felicidad, salvo para Enrique, que estaba triste por la ausencia de su familia. Justo cuando se estaba quedando dormido, la radio comenzó a emitir sonidos raros. La voz se entrecortaba y a penas se distinguían las palabras. De repente se dejó de escuchar. 
- Genial. Ahora se me ha roto la radio. Feliz Navidad...
Aunque le costó, se quedó dormido después de dar varias vueltas en la cama. 
Al día siguiente se despertó por la luz que entraba por la ventana. Se despertó de mal humor, ya que también se había roto la persiana y, por eso, entraban rayos de Sol. Caminó hacia la cocina para tomarse el café de las mañanas, pero el café del bueno, ese que sólo tomaba en Navidad. 
Pero, al pasar por el salón, vio una caja envuelta en papel de regalo con una nota encima. Se acercó a ella y leyó la nota:
"Para que sigas con tus costumbres. Feliz Navidad".
Sorprendido, abrió rápido el paquete, igual de rápido que lo hubiera hecho un niño de cinco años. Era una radio. Miró para los lados, para comprobar si había alguien en la casa. Y no. Estaba solo. Su mirada fue a parar a la copa de anís que había dejado la noche anterior, y, para su sorpresa, estaba vacía. La volvió a llenar y bebió la mitad, dejándola medio llena.
Inconscientemente pensó en sus viejos amigos, con los que una vez por semana se reunía durante dos horas en el bar de la esquina para jugar a las cartas. A lo mejor les gustaría pasar el día de Navidad juntos. A lo mejor Enrique ya no estaba tan solo.

lunes, 22 de noviembre de 2010

Síndrome de Grinch

Se dice de la reacción negativa que provoca la Navidad a una edad comprendida entre 45-60 años. Durante esos 15 años, a la llegada de las fiestas, el carácter del adulto cambia y se produce un notable descenso del buen humor para dar paso al mal humor que producen dichas fechas. Esta situación se produce por la llegada de las reuniones familiares, el alto desembolso (acentuado en estos tiempos de crisis que nos ha tocado vivir) y el llamado "espíritu navideño", más presente en las familias con hijos. Respecto a la ilusión de los retoños, durante la edad desde 0 a más o menos 10 años, el "espíritu navideño" de los padres se vuelve más fuerte por el regreso de Papá Noel y Los Reyes Magos. Pero, una vez entrada en la adolescencia por parte de los descendientes, las ganas de Navidad decaen profundamente para volver a elevarse llegada a la "flor de la vida" con la llegada de los nietos y futuros herederos.


El nombre viene del popular cuento del Dr. Seuss, en el que el Grinch, un malvado ser verde que vive en lo alto de una montaña, odia al pueblo que vive a los pies de su hogar, los Quien, de VillaQuien. Un año decide acabar con la Navidad definitivamente, pero por unas circunstancias, sus planes fallan y el "espíritu navideño" se instala en su vida.

lunes, 8 de noviembre de 2010

una de ratones


Me desperté de un sueño, no necesariamente pesadilla. Un ratón andaba por la casa de mi bisabuela y ella tan tranquila. "No sé de donde habrán sacado el miedo a los ratones mis nietas", me decía, "si posiblemente sean un gran manjar. Sería como tenerle miedo a un cordero". Y yo, que nunca le he tenido miedo a esos pequeños dentudos, en el sueño le tenía pavor. Como si nos hubiésemos cambiado los papeles. También puede ser que ella, en su juventud, como estaba en mi sueño, hubiese sido una valiente. El caso es que abrí la puerta de la entrada (no la de la calle) y lo metí ahí. Pero ahora, ¿por dónde iba a salir el ratón, si para salir a la calle tiene que pasar la puerta principal? 

sábado, 16 de octubre de 2010

tiempo

- Llevamos ya casi dos años con él.
- ¿Dos años? Es verdad.
- Como pasa el tiempo.
- Y que pase mucho más.

jueves, 7 de octubre de 2010

gigante




Lucha de gigantes, 
convierte el aire en gas natural.
[...]
Vaya pesadilla, corriendo,
con una bestia detrás.
Antonio Vega



lunes, 27 de septiembre de 2010

Rogelio

Es curioso, por lo menos para mi, las vueltas que dan los días. Los diferentes temas que tratamos a lo largo del mismo, van enredándose más y más hasta crear un nudo que desharemos mientras dormimos soñando detalles insignificantes del día.
Y fue hoy, el día en el que la tristeza de despedir a alguien y la alegría de saber que ahora está mejor, se mezclaron en mi cabeza, como agua y aceite, juntos, pero sin tocarse.


Bella, la perra a la que paseaba junto a Candela en la protectora de animales, ha sido adoptada por un señor que, según mi parecer, la tratará bien.
Caminaba yo por la calle, cuando veo a una perra muy parecida a ella, que me miraba y movía el rabo. Esquivando la vergüenza, le pregunté al señor que la llevaba si la había recogido de la asociación. Y si, tiempo atrás la había salvado de una vida cruel y dura. Le conté toda mi historia con la protectora y, al igual que yo, pensaba que había que ayudar a esos pobres animales a salir con vida de una nefasta vida. Rogelio, se llamaba el buen hombre. Me parece que la tratará bien  y que le hará buena compañía a Silva, la nueva Bella. Después de una despedida triste por mi parte, pero alegre por mi conciencia, vi como Rogelio y la que para mi siempre será Bella, caminaban felices y ella movía el rabo como nunca lo había hecho conmigo.

lunes, 13 de septiembre de 2010

verano




















No quedan días de verano, o algo así decía la canción. 
Y, aun que cueste admitirlo, tiene razón. 


Ha sido un día caluroso, de los últimos del año. 
Pero, aunque lo parezca, esto no es un texto triste,
si no una despedida alegre.
Me gusta el otoño.
Su frío, su lluvia, su vuelta a las clases...
Si, me gusta el otoño... creo.


Y es que los calcetines vuelven a su trabajo
y las golondrinas ya se marchan, en busca del calor.
No las culpo, cada uno mira por lo suyo. 

domingo, 29 de agosto de 2010

Moraima


Me miró, con esos ojos tristes.
Sólo me dijo que no me abandonara.
Que siguiera con la energía de siempre.
Y, cuando vi todo negro,
ella me dio la mano y me dijo que no,
que, una vez más, era inoportuno.
Me cerró los ojos con sus manos,
cansadas por la edad, 
susurrándome una nana para dormir.
"Duerme", me dijo, 
"Ya se han ido las golondrinas".
Cuando decidí abrir los ojos,
ya no estaba conmigo. 
Tan solo me quedaba su olor para recordarla,
su viejo y oxidado olor.

sábado, 31 de julio de 2010

fin de existencias de aire o lo que provoca la falta de aire

Como cada día, Él comía con su familia y se reían lo que el calor les permitía. Ese día no había aire. No apetecía ni comer. Y, al acabar, Él se levantó de la mesa y dejó el plato con los restos encima de la cocina y se fue con un: "Con permiso...". Y, al llegar a su destino (la piscina, le hubiera gustado a él), escucha una voz, un tanto familiar pero que a la vez inspiraba temor y desconfianza: su padre estaba diciendo su nombre con intención de hacerle aparecer ante sus ojos.
Como buen hijo, Él se dirigió hacia la cocina y esperó las órdenes de su "amado" padre. Éste le ordenó: "Tira eso. Nadie tiene porque tirar tus restos a la basura". A lo que Él, mientras "tiraba sus restos a la basura", respondió: "Prefiero que me incineren...".

jueves, 8 de julio de 2010

Rayos, truenos, relámpagos y centellas.


Todos los veranos ocurre lo mismo. Calor, tormenta, calor, tormenta...
Las hormigas voladoras llevaban días anunciando la llegada de la tormenta que descargaría la noche del ocho de julio del 2010 en la zona sur de la provincia de Pontevedra. 
Y yo, pobre de mí, que después de haber pasado un día en remojo en la piscina, había llegado a casa justo a tiempo de ver el partido de la selección contra Alemania. Gol de los rizos de Puyol, bien. 
Al acabar el partido, me di una ducha para relajarme y a continuación me tumbé en mi cama a leer un rato, a ver si me entraba el sueño. Dos capítulos, no está nada mal. Unas cuarenta hojas. Perfecto. Y caí rendido encima de mi almohada, olvidando cerrar la ventana. 
Y así me desperté, entre rayos y truenos. Así que me levanté un poco furioso a cerrar la ventana a cal y a canto para que no me convirtiese en el hombre relámpago. No sabía que hora era hasta que, tiempo después, "radio-abuela", en su informé matinal, comunicó que la tronada se había producido sobre las siete y media de la mañana. 
Y esto me da que pensar: las hormigas deben de ser alemanas.

lunes, 5 de julio de 2010

Siete

Han pasado siete días desde que empezcé mis vacaciones. Siete días con sus siete noches. Noches de calor en las que me encantaría tirarme por la ventana, si tuviera una piscina debajo, por supuesto. Siete días en los que me ha dado tiempo a ordenar (y desordenar) mi habitación, en los que he podido comprender que la selección tiene más suerte que otra cosa, en los que me he demostrado a mi mismo que lo que uno se propone, se consigue. También siete tardes en la playa, en la piscina o en la ducha; en definitiva, en el agua. Siete mañanas despertándome tarde (y sintiendo las consecuencias de ello). Siete comidas, siete cenas, siete meriendas, siete desayunos, siete helados, siete películas, siete canciones, siete frases, siete palabras, siete letras, siete silencios.

(Si las contáis, este texto tiene siete frases. Absténganse astigmáticos)

viernes, 18 de junio de 2010

Coda

Otro día menos...


















Ahora sí que me gustaría ponerme la máscara del gato negro y no quitármela nunca más, pegarla con lotite, si hace falta. Pero por favor, que nadie me reconozca, que no me miren a los ojos, que no anoten en el papel todos mis fallos, que no estén serios mientras yo hablo, que no me maten con la mirada, que no bostecen mientras me tienen delante, que no venga nadie no deseado, que estén sordos por un día y que aparenten que no lo están, que estén ciegos de tanto mirar, que estén cansados de tanto trabajar, que su mano dibuje un número mayor de cinco en ese papel, ese asqueroso papel al que, si pudiera, lo echaría en la hoguera de San Juan, donde al final, acabará todo.
Bienvenido a mi coda.

*Coda: termino musical que indica el final de una obra después de una repetición.



Mientras tanto, She & Him. Dulce pop inglés.

sábado, 1 de mayo de 2010

Infiltrados: Operación Fan



Normalmente, las adolescentes que van en "groupies" van a acosar a grupos de música modernos, famosos de la televisión... Este no es el caso de mi hermana. Mi hermana se vuelve loca por los maduritos: Rolling Stone y Serrat. Este último se metió en nuestras vidas ayer por la noche para no salir nunca más de ellas...

30-04-2010
11:30 Recibimos la información de que Serrat se aloja en un hotel de la ciudad.
13:00 Nos sentamos a tomar un refresco esperando a que llegue. Llevamos encima un disco suyo para que nos lo firme.
13:05 Me dispongo a ir al baño a ver si hay algún movimiento extraño. No hay nada.
13:15 Comienzan a poner las mesas. Nos quieren echar de ahí con indirectas. Movimientos sospechosos. Posiblemente Serrat coma donde estamos nosotros sentados.
13:30 Al salir del bar, le preguntamos a alguien importante (lo dedujimos porque no lleva chaqueta) si el Nano va a venir a comer. Negativa. Miente.
14:00 Estoy en casa. Teníamos pensado ir a tomar el café de después de la comida al restaurante del hotel, pero queda suspendido hasta nueva orden.
18:00 Comienza a vestirse de gala la familia.
19:00 Vamos a comenzar a cenar las croquetas de la abuela. NOTA: Pedirle que haga más.
20:00 Últimos preparativos antes del concierto. Cogemos el libro de Serrat y su último disco: "Hijo de la luz y de la sombra", dedicado a Miguel Hernández.
21:00 Llegada puntual al Pazo da Cultura, donde actúa él.
21:20 Abren las puertas. Han tenido unos problemas, por lo que se han retrasado casi media hora.
21:25 Nos sentamos en nuestros asientos.
21:30 Da comienzo la función.
21:35 Serrat aclara que este concierto sólo estará formado por las canciones que le dedica al poeta ya fallecido.
22:00 Gran sonido.
22:30 Esta noche, Joan Manuel Serrat, está en voz.
23:15 Finaliza el concierto.
23:16 Pero hay un bis.
23:20 Ahora sí ha acabado la función.
23:23 Nos disponemos a preguntar si nos puede firmar el disco y el libro. Negativa. Una masa de mujeres se nos une para intentar conseguir una firma. Negativa, de nuevo. Una mujer rubia (desconocemos su nombre), descubre que Serrat está en el parador. Sospecho que la información la haya filtrado alguien del equipo, pero al no tener pruebas, me callo.
23:25 Vamos hacia su hotel.
23:27 Enfrente de nuestro coche está la rubia. Ella se equivoca de camino. Nuestro conductor, distraído, la sigue. Tiene que dar la vuelta.
23:30 Llegada al hotel.
23:35 Llega un coche. No es él.
23:40 Me dispongo a montar guardia a la vuelta de la esquina por si veo algo sospechoso.
23:42 Un coche. No debe de ser él, puesto que es uno corriente.
23:43 Me equivoqué. Está en ese coche. Al ataque. Una compañera del equipo le pregunta si nos firma el libro. Afirmativa (por fin algo positivo). Él, creemos, se bajó del coche a propósito, para firmarnos unos autógrafos. Ya tenía un bolígrafo preparado. Es él. No puedo creer que esté enfrente de mi. Después de nacer con sus canciones, ahora está aquí. Perdone, ya paro de sentimentalismo. Muy amable, me dice: "Tu eres el que montabas guardia". No contesto. No me salen las palabras. Una de nuestro equipo le cuenta una breve historia: su primer concierto de Serrat en el que aún vivía Franco, lo agradecida que estaba...
23:44 Nos despedimos.
23:45 Nos metemos en el coche. Gritamos.
00:00 Será una noche muy larga. Fin de la transmisión.


jueves, 29 de abril de 2010

Conviviendo


No, otra vez no... Es sabido que un bebé nace con los dientes de leche. Y que un adulto tiene los dientes definitivos. Pero... ¿qué ocurre cuando uno es joven y está en la frontera? ¿Es necesario que convivan los dientes de leche con los definitivos... en este caso la temida "muela del juicio"? Si, señoras y señores. En mi boca conviven, malamente, un premolar de leche al que espero perder pronto de vista y una muela del juicio que aún se está instalando. ¡Aún no ha traído ni las maletas! Pero fastidiar... fastidia un rato.
Aunque, también puede ser, que el habitante del fondo solamente este avisando de que en un futuro (probablemente no muy lejano) se quede a vivir definitivamente en mi casa (hasta que las manos del dentista lo arranquen de cuajo haciéndome soltar no una, si no dos lágrimas por cada inquilino).
Y aquí entramos en el tema del dentista. Esa persona que, cuanto más alejada tengas, mejor. No es como el típico camarero del típico bar al que acudes siempre y al que le cuentas tus penas acompañándote de una cerveza o lo que es peor (por lo menos para mi): un "chupito".
Y ya he tenido la experiencia de que me hayan hecho desaparecer (no como por arte de magia, porque ésta no se nota) un premolar que me causaba... como decirlo... hambre. Y creedme, no lo quiero volver a repetir. Ese olor a plástico que proviene de los guantes que cubren sus manos, ese aliento que sale de esa boca tan asquerosamente sana con esa sonrisa profident... Y luego está el momento del pinchazo. Esa aguja que, para ti, mide más de dos metros pero él te tranquiliza diciendo: "Es un pinchacito de nada". Porque, también cabe decir, que el spray que te echan antes de "el momento", no sirve para nada. Y bueno, una vez anestesiada toda la encía, te toca y te dice: <<¿Sientes algo?>> Y tú, para acabar con todo esto le contestas rápidamente con un movimiento negativo de la cabeza.
Y allí comienza todo. Intentas cerrar los ojos, pero eso no sirve de nada. Parece que hay un imán que te obliga a abrirlos. Saca sus pinzas y esos aparatos que no sabes para que sirven y te mueve el diente cuidadosamente (según él). Después del "baile", notas en la lengua el asqueroso sabor de la sangre y abres los ojos esperando ver a la víctima del asesinato. La enfermera te trae un vaso de agua, bebes y escupes en esa especie de lavabo en miniatura que tienen. Piensas que todo ha acabado... Pero no es así.
Habías ido al dentista para que te saquen de una vez la muela y para que puedas volver a comer en paz. Pero no... no es así. Ese día te tienes que aguantar y tienes que fastidiarte con la maldita anestesia que te puso ese maldito doctor ese maldito día. Y no puedes comer.

domingo, 25 de abril de 2010

La Familia Pomodoro - Mujer Feminista

- Nos veremos en el infierno -gritó Norma Montenapoleone antes de disparar, en signo de despedida.
- Después de ti -advirtió Andrea Pomodoro al ver que, la que un día había sido su amiga, le estaba apuntando con un revólver.

viernes, 23 de abril de 2010

La Familia Pomodoro - Bárbaros

O tema "Bárbaros" da película de Walt Disney, Pocahontas, dá lugar ó tema principal desta primeira mediametraxe producida por Gato Negro Pictures. Tan so é un pequeno adianto desta película que, sen dúbida, é a que máis expectación ten provocado en moito tempo. Moitas grazas. Aquí vos queda. Miau.
E estade atentos, mañá subirei outra pequena escena da película.
"Teaser-Tráiler", chámase.

viernes, 16 de abril de 2010

El baúl de las Maravillas - I


Cuando Max, atormentado por la reciente noticia (su abuelo había muerto después de una larga enfermedad que le había consumido durante los últimos dos años), subió al ático, no se esperaba encontrar un baúl polvoriento.
Hacía muchísimo tiempo que Max no subía al ático de su casa. Exactamente, hace dos años, cuando se enteró de la enfermedad de su abuelo. En cierto modo, este era su refugio. El lugar al que acudía cuando recibía una mala noticia.
Max se acercaba sigilosamente (a pesar del chirrido de la madera bajo sus pies) hacia el baúl. Cogió un viejo trapo y le quitó el polvo lentamente para no mancharse.
Gracias a la limpieza, en la tapa se podía ver un escudo: los ojos de un gato. Daba miedo. Un escalofrío recorrió la piel del pequeño muchacho. Esto tenía mala pinta. Pero, al igual que un gato, a Max le podía la curiosidad.
Quitó el candado que cerraba el baúl y abrió la tapa. Para su sorpresa, no había nada dentro. Miró por el lado contrario de la tapa y tampoco halló nada. Pero, al meter la cabeza dentro intentando encontrar un pequeño escondite, su cuerpo cayó dentro sumergiéndolo en una espiral de caos, temor y adrenalina.
Hasta que despertó en su cama. Se levantó y corrió hacia el salón. Su madre lloraba desconsoladamente. Estaba repitiendo el mismo día: el día en que su abuelo murió.

domingo, 14 de marzo de 2010

Luz, calor


Quiero sentir la arena bajo mis pies, la salitre en mi espalda. Quiero que el Sol me de en la nuca y tumbarme en la toalla. Quiero saborear un frío helado en mi boca. Quiero que el aire me golpee hasta tirarme. Quiero que llegue el calor.
Y es que ya se ha instalado la primavera. Hoy ya alumbra el Sol y espero que se quede conmigo durante mucho tiempo. Que este frío invierno pase y sólo sea un recuerdo que vague en mi mente. Quiero sentir el calor, quiero descansar en la playa. Y ahora, solamente me queda esperar...

jueves, 25 de febrero de 2010

A 100km/h


Hoy es un día de esos en los que envidio a los calvos. Ni se secan el pelo y, los días de vendaval, no corren el riesgo de que se les escapen las ideas.
Y al girar la esquina, mi paraguas sale volando alejándose de mi. "¡Adiós!", pensé, "que te vaya bien".
Aún no puedo entender como hay gente capaz de salir de casa... Un segundo, voy a bajar la basura.
Y bueno, como decimos los gallegos, maloserá que salgamos volando.
Para combatir una tarde de tormenta, lo mejor es estar completamente solo en el cine en compañía de un buen compañero, unas chocolatinas y una gran película. Disfruta la foto.

sábado, 13 de febrero de 2010

La Ventana


13 de Febrero de 2010, 11.00 a.m

Recién levantado y aún con legañas me pongo la bata de andar por casa; azul, como no. Con las zapatillas, azules también, camino hacia el salón, abro la doble ventana y me asomo a la calle.

Un pequeño Peter Pan bajaba la calle con su espada mientras luchaba contra Spiderman y sus telas de araña. Un poco más arriba veo a un Conde Drácula agarrando de la mano a Cenicienta, con sus zapatitos de cristal. Cruzando el paso de cebra observo a un cavernícola hablando por teléfono móvil. Parecía alterado. También vi pasar un coche, y, dentro del, a Blancanieves y sus dos enanitos en la parte de atrás mientras conducía su príncipe azul.

Y es que hoy es Carnaval. Hoy nadie es lo que es. Ayer fuimos nosotros y hoy somos aquéllos en los que llevamos pensando semanas. Hoy soy un gato veneciano. Ayer fui simplemente yo. Mañana nadie sabrá en lo que se convertirá.
Y ahora me voy, me espera mi máscara. Me parece que me voy a quedar en casa, le toca salir al gato, mientras tanto, yo cuido de su pescado fresco.

sábado, 30 de enero de 2010

Hambriento


Después de 'x' años, la "candela" sigue humeante, como siempre. Y, como ya se sabe, siempre podremos encontrarla en aquel rincón del mundo exterior... Esta es para ti, Candela. Felicidades.


En un rincón del mundo exterior

encontré una tostada con sabor a mermelada.

Después de pasar la noche entera sin comer, ni beber.

Tuve tiempo a cavilar

que la vida es puro teatro

y que soy actor de profesión.


Y pienso, que la vida es como una tostada

con sabor a mermelada.

Y pienso, que la vida es puro teatro.

Y no encuentro ni mi papel ni mi guión.

No se que hacer, hoy.


En el rincón hay cuatro gatos negros.

Se levanta el viento, salen corriendo. Sin mi.

Y ahora me encuentro con que no tengo lápiz para escribir.

No puedo darle forma a mi realidad.

No puedo escribir mi propio guión.


Y pienso, que la vida es como una tostada

con sabor a mermelada.

Y pienso, que la vida es puro teatro.

Y no encuentro ni mi papel ni mi guión.

No se que hacer, hoy.


Voy a entrar en escena.

Comienza la función.

No recuerdo mi guión.

Se levanta el telón.

Y en una milésima de segundo me dio tiempo a pensar…


Y pienso, que la vida es como una tostada

con sabor a mermelada.

Y pienso que la vida es puro teatro.

Y empiezo a improvisar…


Se coló un pedacito del mundo exterior

en mi habitación.

sábado, 23 de enero de 2010

Crónicas de Luigi I


Con la pistola agarrada firmemente entre mis dedos, me dispuse a ir caminando hacia mi blanco. Estaba solo, sin preocupaciones. No parecía saber que su fin estaba a punto de llegar.
Pero, en ese momento, no sé porque, no pude acabar con él. No sé si mi conciencia quiso detenerme o era yo el que no podía hacerlo... o no quería hacerlo.
Cuando apuntaba hacia mi objetivo, me temblaba el pulso. Era incapaz de cometer un asesinato a sangre fría. Mi blanco era un señor de mediana edad, vagabundo, él. Una boina prácticamente deshecha cubría su pelo canoso.
Me habían ordenado que acabara con su vida. Me había parecido ver en su expediente que no nos había pagado un servicio, un robo de unas frutas en un supermercado. A penas le cobraríamos nada. Pero el pobre... no tenía ni para comer. Por eso nos lo había pedido. ¿Cómo iba a poder matar a una persona que, ante todo, quiere sobrevivir? No podía.
De repente, me vino a la mente el cuento de Blancanieves y los siete enanitos. El cazador, mandado por la malvada bruja, le ordenó matar a Blancanieves. Pero él, como yo, no podía. Así que decidió matar en su lugar a un jabalí y arrancarle el corazón para entregárselo a la reina como si fuera el de Blancanieves.
Al acercarme a él, le rogué que escapara o le matarían. Le di dinero suficiente como para poder comprar un billete a un lugar lejos de Italia y de Estados Unidos, pues sabía que los San Marco y los San Pietro (viejos amigos de la familia), si se lo pedíamos, nos acabarían el trabajo.
Se iría a Londres. Le rogué que no volviera a aparecer por aquí en mucho tiempo y le deseé suerte en su largo viaje. Nos despedimos. Él cogió un taxi para ir al aeropuerto y yo me dirigí al bosque, para poder acabar mi tarea.

martes, 5 de enero de 2010

Derecho e izquierdo


Hacía ya semanas que intentaba que se fueran de casa, pero justo decidieron dejarme en el peor momento: en el fin de año. Me dejaron como el 2009 (tributo a Condado y Candela) y desaparecieron sin dejar ni rastro por la taza del wáter. Me impidieron acabar de disfrutar de la cena de noche vieja.
Uno se despidió frío, distante, por la mañana, sin apenas llorar. Pero al último le costó olvidarme. Lloró y lloro hasta que se secaron las lágrimas gracias al algodón, la tónica, una gasa y el agua oxigenada. Por culpa del último (al que llamaremos 'izquierdo') no acabé de cenar y por poco no llego a tomar las tan deseadas uvas de fin de año. Y por culpa del anterior (al que llamaremos 'derecho') no pude comer más turrón de chocolate.
Y yo, mientras tanto, en el centro, aguantando sus llantos. ¡A otro perro con ese hueso!
Ya no tendré mi sonrisa 'profident': me faltan los premolares.

viernes, 1 de enero de 2010

Año nuevo


Empieza un buen año, y algunos lo comenzarán en una mágica compañía. La felicidad es posesión de uno mismo, y no se debe dejar marchar así como así. Y si es posible compartirla con un ser diminuto de un mes y medio de vida, mejor.

Hace poco volví de viaje y la verdad, el paisaje era precioso. En esos momentos, es cuando nada importa: sólo la ventanilla del coche y, como no, una cámara de fotos. Lástima que la calidad de ellas no sean buenas debido al reflejo de la ventana que no pudimos bajar por la abundante nieve del exterior. De momento, prefiero acompañar estas palabras con un chiste de Mafalda. Y mañana, ya se verá.