sábado, 23 de enero de 2010

Crónicas de Luigi I


Con la pistola agarrada firmemente entre mis dedos, me dispuse a ir caminando hacia mi blanco. Estaba solo, sin preocupaciones. No parecía saber que su fin estaba a punto de llegar.
Pero, en ese momento, no sé porque, no pude acabar con él. No sé si mi conciencia quiso detenerme o era yo el que no podía hacerlo... o no quería hacerlo.
Cuando apuntaba hacia mi objetivo, me temblaba el pulso. Era incapaz de cometer un asesinato a sangre fría. Mi blanco era un señor de mediana edad, vagabundo, él. Una boina prácticamente deshecha cubría su pelo canoso.
Me habían ordenado que acabara con su vida. Me había parecido ver en su expediente que no nos había pagado un servicio, un robo de unas frutas en un supermercado. A penas le cobraríamos nada. Pero el pobre... no tenía ni para comer. Por eso nos lo había pedido. ¿Cómo iba a poder matar a una persona que, ante todo, quiere sobrevivir? No podía.
De repente, me vino a la mente el cuento de Blancanieves y los siete enanitos. El cazador, mandado por la malvada bruja, le ordenó matar a Blancanieves. Pero él, como yo, no podía. Así que decidió matar en su lugar a un jabalí y arrancarle el corazón para entregárselo a la reina como si fuera el de Blancanieves.
Al acercarme a él, le rogué que escapara o le matarían. Le di dinero suficiente como para poder comprar un billete a un lugar lejos de Italia y de Estados Unidos, pues sabía que los San Marco y los San Pietro (viejos amigos de la familia), si se lo pedíamos, nos acabarían el trabajo.
Se iría a Londres. Le rogué que no volviera a aparecer por aquí en mucho tiempo y le deseé suerte en su largo viaje. Nos despedimos. Él cogió un taxi para ir al aeropuerto y yo me dirigí al bosque, para poder acabar mi tarea.

2 comentarios:

Candela dijo...

Mamma mía!
Ya tenemos una nueva historia inspirada en Blancanieves. Luigi en el fondo es un sentimental.
Chao!

condado dijo...

Este Luigi es un cagao, un blando que va de duro, seguro que no aguanta dos días sin que se lo carguen...