A golpe de tortilla francesa con patatas cocidas, en el hospital te van quitando la libertad a pedazos. Primero, vas a salir el sábado, luego el lunes, más tarde el miércoles y al final te ves pasando diez días encerrado entre esas asquerosamente blancas sábanas. Mañanas llenas de revisiones y golpes por parte de la señora de la limpieza, tardes interminables de telenovelas colombianas y/o mexicanas y noches tan oscuras que parece que no haya ni luna, no te permiten disfrutar del todo incluído que, por el módico precio de la salud, te ofrecen en los hospitales.
La gente me decía: "escribe, lee, escucha música..." Pero el problema es que no quería tener el recuerdo de que algún escrito mío fuese creado en el hospital, que un libro me haya sorprendido en las últimas páginas en el hospital y que una canción me recordase cada vez que la escuchase que había pasado casi todo diciembre (en realidad fue menos, pero como diría Rachel Berry, "admiro el dramatismo de todo esto", y para hacerlo más horrible de lo que en realidad fue, alargo la estancia en mi blog, tan solo para daros pena. Pero eso me lo guardo).
Pero, si hay algo por lo que merece la pena ponerse enfermo, es por ver que todo el mundo está ahí cuando lo necesitas. Y eso se agradece mucho. Agradezco las noches que se quedaron a mi lado, las visitas que me hicieron, las llamadas, las tardes de chinchón que me soportaron, las series en el ordenador portátil que me alegraron las tardes, la comida que me trajeron a hurtadillas y las noticias frescas del exterior, esas cosas interesantísimas que ocurren en el instituto sólo cuando tú no estás.
Michael Bublé, All I Want for Christmas is you
Que sí, que mi boletín de notas de este trimestre estaba más blanco que las sábanas del hospital, pero bueno, soy joven y no me voy a preocupar de esas cosas. ¡Antes de que se me olvide! Como supongo que no os ha tocado la lotería (si no no se qué hacéis leyendo esto), ¡suerte con El Niño! Por el resto, feliz Navidad, que si lo son, no es poco.
Vivo en un mundo de nubes radioactivas, de humo de tabaco y de peces con tres ojos. En mi casa las paredes son negras por el gas de los coches. En mi mundo el agua ya no es azul y cuando sale el Sol, es día festivo. Aquí no importa que desaparezca un bosque cada vez que tiramos una botella al mar, ni cada vez que un chicle toca el suelo. Aquí solo importa el "bienestar" de uno mismo y vivimos en una sociedad basada, mayoritariamente, en el egoísmo personal.
Todo lo que hemos hecho nos ha llevado hasta este punto. Este punto muerto en el que estamos a la espera de que todo vuelva a empezar. Así, seremos fuertes y afrontaremos lo que nos venga con una sonrisa cada mañana. Pase lo que pase. Caiga quien caiga.
Yo por mi parte juro que no me arrepentiré de nada, y que cada paso que de, hará temblar el suelo tras de mi.
Voy a romper el cielo, que ya habrá tiempo de coserlo.
Señores, estamos en un momento crítico: caemos como moscas en la negatividad. Imaginaos una escena en la que dos personas (independientemente del sexo, aquí caemos tanto hombres como mujeres) que se encuentran en medio de la calle. Hace mucho tiempo que no se ven y desean hablar juntos. Tras el "hola", lo normal es que se pregunte "¿qué tal?". Y ahí es a donde quiero llegar. ¿Porque si la persona a la que le preguntamos cómo se encuentra nos contesta que "mal", le preguntamos el por qué? Al contrario de que si la respuesta fuera "bien", por lo que cambiaríamos de tema. ¿Es que en este mundo no es más importante el porque estar bien que el porque estar mal?
Señores, como ya he dicho, la situación es crítica. Diga sí a la positividad. Diga sí al maloserá.
Llega como carnaval. Todo nuevo, pero viejo conocido. En la foto, Hada
Creo que en mi otra vida he sido cubano. Si, me imagino cantando en bares habaneros rodeado de gente joven tocando las maracas, riendo y bailando al son de mi canción. Viviendo en un barrio pobre, pero más divertido que ninguno, eso seguro. Y vistiendo manga corta todo el año, allí en Cuba, donde hace calor todo el tiempo. Bañándome en el Caribe y buceando en las profundidades. Pero, sobre todo, disfrutando de la vida, sin importar nada, que lo material pase a tercer plano y que lo principal sea vivir cada instante como si fuera el último. Si, me veo viviendo en Cuba pero, sobre todo, teniendo una perrita llamada Lily.
Después del rapto de Antonietta, hija del fallecido Miguelangelo, los Pomodoro, ahora tutores de la niña, retomaran su lucha contra sus eternos enemigos: los Montenapoleone. Mientras dure esa guerra, nadie estará a salvo y nada será lo que parece.
* Versión con un fallo: está presentada en 4:3 cuando la película está rodada en 16:9. Se avisará cuando se haya solucionado el problema. Sólo para los más impacientes.