martes, 12 de mayo de 2009

Me llamo Simba - Capítulo 8: Tortura

Llevo más de dos meses buscándola, y sin resultados. La ciudad ya se me hace inmensa. He estado buscando el hospital, pero nada, no lo encuentro. Ya no me quedan fuerzas, tengo sed y hambre, mucha hambre. Ya nadie me da de comer y, si encuentro una fuente, es que tengo mucha suerte. No recuerdo lo que es la carne. Esto es un infierno... No se que hacer, llevo vagando muchísimo tiempo, y nadie me ayuda. Cuando veo a una madre con su hijo, lo primero que dicen es:
- ¡Cuidado, hijo! No te acerques a ese perro, que debe de tener muchas pulgas. No lo toques, ¿me oíste?

Y así una y otra vez. ¡Hasta me doy asco a mi mismo! Todos los días me hago la misma pregunta: ¿por que he tenido que nacer, si nadie me quería? Y nunca encuentro respuesta...
Ahora, lo único que puedo hacer es seguir vagando, sin rumbo. A ver, si por casualidad, encuentro un rastro que me lleve hasta ella. ¡Ya no recuerdo ni su cara! Lo único que consigo recordar es su perfume. Un dulce aroma que olía a rosas, dulces rosas. Solo necesito una brisa de aire que me lleve hasta ella. Mientras tanto, seguiré buscando.

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