jueves, 22 de enero de 2009

Pedrito. Granjero en acto, sabio en potencia.


Hoy en clase de Sociales, el profesor nos estaba hablando de la prehistoria. Y yo, aburrido como una mula, empecé a cavilar sobre por qué teníamos que ir a la escuela.

Normalmente, para todos es un sacrificio enorme tener que ir al instituto, pero para otros es un placer inmenso. Y yo no soy de un extremo ni de otro. A mi no me gusta madrugar, pero me gusta aprender cosas nuevas. Y, como intento llenar mi cabeza de cuentas matemáticas, raíces cuadradas, análisis sintácticos, análisis morfológicos, comencé a pensar...


Tontolandia, 1947

Había una vez un niño llamado Pedrito. Él era de una familia pobre, y vivía en una aldea, con sus abuelos, sus padres. y sus tres hermanos. En aquella época solo los niños ricos iban a las escuelas, si iban. Y Pedrito, como era pobre, no podía ir al colegio. Tenía 8 años y no sabía ni leer, ni escribir... Porque nadie se había molestado en enseñarle. El pobre de Pedrito se pasaba la vida haciendo de pastor por las mañanas y de granjero ordeñando vacas. Pero el aspiraba a más. Era un "nolisto" en acto, pero un sabio en potencia.

Un día, Pedrito, iba a bajar al pueblo a comprar agua, pues el vivía en lo alto de una montaña y no tenía un supermercado a la vuelta de la esquina. De camino al pueblo, se encontró a una señora ciega hablando con una tal Heidi, por lo menos eso escuchó. También vio a un niño buscando a su mama con un mono en el hombro. "Vaya par de dos", decía Pedrito. Y, como no, se encontró a una niña pelirroja con trenzas y unas medias hasta las rodillas montada en caballo y, también, con un mono en el hombro. "Cada día se ven unas cosas más raras..."- decía para si mismo Pedrito.

Y por fin, cuando llegó al pueblo, lo primero que vio fue la escuela. Era la hora del recreo, ergo, los niños estaban en el patio jugando a "mamás y papás". Pedrito se acercó a un niño y le dijo:

- Oye, ¿tú sabes leer?

- Pues claro - le contestó este-. No saber leer es de pobres.

Pedrito puso una cara triste y siguió su camino. Pasaba por calles en las que había "El Corte Inglés", videoclubs, 24 horas, "Hiper Froiz"*... Hasta que llegó a una ancianita, al lado de su vaca, que vendía botellas sueltas de "Aquabona" ... ¡A MITAD DE PRECIO! Le dio a la viejecita el dinero y, antes de irse, Pedrito le dijo:

- Señora, ¿sería tan amable de dejarme vender la leche que tienen las ubres de su vaca? A cambio, yo se la ordeño.

- Muy bien, hijito, toda tuya.

Y después de unos cuantos ¡muuuuuuuuus! y otras cuantas coces, Pedrito se dispuso a vender la leche.

¡En menos de una hora había recaudado 50 pesetas!

Pedrito, cuando ya había vendido todo, se despidió de la anciana y se fue corriendo a la escuela, a que le enseñaran a sumar en una clase enterita, con sus 50 minutos.

Ya se había sentado en su pupitre y el "profe" le dijo:

- Vamos a ver, Pedrito. Si yo tengo cuatro vacas aquí y dos allá. ¿Cuántas vacas tengo en total?

- Mmmmm...-pensaba Pedrito-. undostrescuatro...cinco... ¡6! ¡Tiene 6 vacas!

- ¡Muy bien Pedrito, ya sabes sumar!






En ese momento mi profesor de sociales me llamó la atención y no pude seguir escribiendo, lo siento, otro día será.
* Que quede claro que sé que todos esos comercios no existían en aquella epóca, es para hacer reír un poco y para que se vea que el niño no se podía permitir comprar en aquellos establecimientos, solo podía pagar a una anciana que vendía a mitad de precio.


1 comentario:

condado dijo...

Pensar, cavilar, barrenar, fantasear...